La dama enciende un cigarrillo.
Da una bocanada. No se arrepiente.
Echa un vistazo alrededor. Sin arrepentimientos.
Se estira como los brazos de un álamo.
Dice: "Soy libre."
Canta tan suavemente que parece que se va a romper.
Dice: "Puedo cantar esta canción tan triste
que llorarías aunque no quisieras."
Pequeñas y húmedas lágrimas
sobre el hombro de tu chico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario