viernes, 13 de agosto de 2010

Ella se marchó. Sus zapatos estaban desatados, estaban totalmente rojos.
Tu podrías ver fácilmente que hemos llorado, y yo miré y esperé hasta que ella entró, forzando una sonrisa y despidiendose...
La curiosidad se convirtió en una carga pesada, demasiado pesada para cargar, que te forzará a congelarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario